Voy a esconderme en la buhardilla de tus sueños,
me sentaré en la silla vieja donde guardas tus imágenes,
donde no estoy, no quieres tenerme,
o quizá sí, pero no me veo,
¿se vera uno a uno mismo sin espejo?
En la cama no estás, quizá es temprano,
me gusta cuando te duermes con tu gato,
lo acaricias y no se mueve,
ahora sí,
como no, acaricias un libro,
no sabes cual, como conmigo,
esa librería maravillosa,
la que soñaste sin mí,
porque eres de libros tuyos, de vida tuya,
compartes, sí, pero amor no,
miedo busco en tus sueños,
me siento en la escalera,
la que trepas de ilusiones,
no, ni buhardilla ni sueño,
ni amor compartido ni gato,
fugado en ti prófuga de mi,
cierro la puerta, no estoy ahí,
ni presencia ni siquiera sueño.
Ha sido un gusto leerte, y me supo a demasiado abandono, a demasiada indiferencia, esa indiferencia que uno siente cómo late.. cómo crece.. como se justifica en las propias costumbres del indiferente.
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Sí, la indiferencia sea quizá uno de los peores castigos.
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Y perdón, gracias y bienvenido.
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Perdón para nada, las gracias las debo dar yo por el gusto de leer y por ser bienvenido. Ya me quedaré por acá, para poder estar al tanto. Es un gusto.
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Más vale buscar en los propios sueños, si los de la otra persona te lo permiten.
Me ha gustado mucho este poema.
Un abrazo.
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Siempre mejor quedarnos con los nuestros, para en todo caso, arrepentirnos de haberlos cumplido
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