No hay más tratado de paz para mí que tu mirada,
de tu boca el air que oxigena mis días,
de tu pensar cada letra se vuelve melodía,
tu hacer es baile,
mirarte es un vals que de rock termina en bachata,
y es tu ser dónde me anclo por horas,
que vidas son los tiempos que se entregan,
y ya en tu techo o en mi lecho,
cien historias se suceden contándonos el día,
de voz, de líquido aroma, de piel, de efluvios de vida.
Que más da si siete noches o un día,
lo que da es la verdad del instante que en la pasión se deriva,
sin amarre a ningún puerto,
solo náufragos de islas.