Siento un montón de sensaciones alrededor de mi cuello,
subieron desde mi pecho agotadas de no brotar,
y ahora pende de mi la soga del ahorcado.
Pero no dejaré que la silla se mueva,
ni siquiera que se tambalee,
porque allí,
al final del verano,
cuando mengua la luz y el sol aún calienta sin abrasar,
en un incipiente otoño,
nacerá mi primavera,
como si el mundo, aún más loco,
se diera la vuelta para regalarnos una primavera austral,
y es que la cordura escasea en estos tiempos,
las almas cansadas de un sometimiento inconsciente,
a cuerda,
siguen moviéndose al son de un director oculto,
sí, nosotros somos el principio y el fin,
y detrás de cualquier calle estallará el último adiós
y si mis ojos estuvieran para verlo,
mi único anhelo es despedirme contigo,
reflejada en el fondo de los tuyos