Hubo un tiempo en que derroché amor,
ese amor carnal de instantes eternos,
ese que una vez enamora y te deja loca en tu puerto en una espera vana,
como Penélope.
Hubo un tiempo en que creí que podía buscar lo que no se encuentra,
tiempo de cruzada y Santo Grial.
Hubo una tiempo que creí saber mucho y no sabía nada,
pero luego llegó la tempestad.
Hoy sé que mi aire está solo en mi boca,
la sonrisa en mis labios,
el placer en mi cuerpo,
que la luna llena me vuelve más neurótica,
que no soy loba pero tampoco hiena,
hoy sé que hoy son mi paz, mis peludos, mis libros, mi melodía,
hoy sé que bailo bien sola,
mejor que en errónea compañía,
hoy sé que ni tu ni yo,
estamos porque nunca fuimos,
y no ser, se escapa de la paleta de colores,
y aunque yo siempre me salga del dibujo,
ya no te busco tras la raya,
ahí solo moran los que miran el mar solos,
ahí tu no estás,
quizá solo esté él,
pero no sabe de dibujos, ni de rayas, quizá ni de lunas,
y de cronopios, tampoco.
