Porque una tarde como esta fue la primera que estuve entre sus brazos,
tarde de domingo, lluviosa,
hoy podría yo también escribir los versos más tristes,
pero el tiempo todo lo suaviza e incluso le añade color,
y ahora, las tardes de lluvia son un bello recuerdo,
porqué amarle, le amé desde el alma hasta el crujir de huesos,
y no, ni aún hoy me conformo con la trampa que nos puso el destino,
ya no sé si le amo o sí le amo,
solo sé que en sus brazos recaería otra vez.
