Desde ayer por la tarde puedo oir sus olas crujir, chocar contra las rocas y saltar sobre lo humano construido, cruzar el paseo e ir más allá. Esta mañana me acerqué a ver mi Mediterraneo embravecido, nací con su olor pegado a mi piel y nuestra historia de amor se hizo eterna, no me sé encontrar lejos de él.
Madre Gaia nos habla más que nunca a través de ella misma, en cada gesto nos muestra su belleza y fuerza poderosa.
Ahora la escucho a través del oleaje que sigue sin parar con su canto que cuenta mil historias marineras.
Paz en mí, sosiego de sentirme abrazada por él. A su sonar me entrego y emmudezco más allá del miedo, asentada en el amor, ese amor universal al que os invito en voz de Gaia.