No es cuestión de tiempo, sencillamente ya no me veo, no se verme en un ayer que abandono lentamente.
Presente.
Ser.
Hoy.
Ahora.
Unos minutos.
La respiración de Jerai dulcificando mi tarde me arrulla.
Necesito decir lo que siento de hecho.
Tengo la palabra aparcada en un lugar de esos donde no encuentras el coche.
Paseo perdida en mi, consciente de encontrar día a día lo que busco, ese yo completo que como tantos perdió pedazos o suspiros en tierras propias y ajenas.
En el metro.
Unos ojos.
Una nota de una melodía.
Un cuerpo.
Un avión.
Un trabajo tedioso.
Su sonrisa.
Yo, un ayer que día a día se descompone.
Una luz al fondo, como marinero, buscando mi faro, la luz que me es propia.
Ayer giré la esquina de las oscuridades y las dejé tumbadas en un paso de peatones.
No hubo atropello.
Sí abandono.
El verso anterior ya es pasado y el próximo verso quedará por escribir en la caja estanca de los futoros inxistentes.