Y detrás de mis mañanas tus sueños fríos y lejanos cobijan las bajas temperaturas que al salir me abrazan,
el amanecer acarició rápido las cortinas,
te busqué,
en mi pecho dormías,
te acaricié y besé tus ojos cerrados,
tú no estabas, yo sí, pero tu piel emergía de la mía para cubrirme de nuestro cielo,
claro el mío oscuro el tuyo,
el maldito reloj cambia los colores de nuestros dias,
mi noche tu dia y en medio un tequila con mucha sal,
un azul inmenso de noches serenas,
silencios opacos no dejan ver a trasluz mi silueta que dibujas de memoría,
yo recuerdo tu rostro a carboncillo, elijo miradas y gestos,
la parada de nuestro sol cabalga sin dejarnos espacio para estar,
ahora somos,
copas de delicado cristal que a sorbos se deleitan,
pieles frías ardiendo en un laberinto de pensamientos con muchas preguntas y una sola respuesta,
la tuya, la mía,
pronunciada, escrita, pensada, deletrada,
volando sobre los interrogantes que ya tienen respuesta.
Este será el ultimo invierno que deje nuestras manos frías de nosotros.
Ayer fue verano en mi habitacion y en mi cuerpo al pensarnos.
Cuándo el sol abrase las calles a la sombra de nuestra realidad, el pensamiento se habrá hecho tacto y aquellos fríos inviernos se desvaneceran para siempre.
2 comentarios sobre “Inviernos devaneciéndose”
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Ojalá no existiesen los inviernos del corazón, pero existen. Y pasan, como pasan las lunas, como avanza el reloj.
Precioso, Nuria.
Fuerte abrazo.
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Así es compañero. Muchísimas gracias. Otro fuerte abrazo para ti
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