El tiempo transcurre entre días a medio ser y noches por ley en conventual silencio.
Tú y yo somos tacto privado de cuerpo pero no de ser, latimos en un paréntesis de vida que de tacto no sabe.
Fronteras sin tiempo ni vigias nos mantienen congelados.
Mis manos sudan cada caricia en cuarentena, y al pensarte cierro mi boca en la tuya para auyentar el vacío.
Sólo son tiempos de roces de luto, que de amor somos días, y al caer la luna fría al pie de tu lecho, en el me recuesto esperando el acto de amar.